sábado, 4 de febrero de 2012

La fauna del súper

Me gustaría poder escribir algo ingenioso o incluso, por qué no ser ambiciosa, algo desternillante sobre el momento-compra-en-el-súper pero me temo que no voy a ser capaz. Cuando pienso en esa ingrata tarea sólo me sale la vena borde. Y es que el súper es una jungla llena de animales varios, algunos bichos, bastantes alimañas, y peligros, muchos peligros.

Yo siempre me topo con el que vengo a llamar, "el atocinao". Normalmente viene a ser un marido mortalmente aburrido, aferrado a la barra del carrito como si alguien se lo fuera a robar, y situado en la zona del pasillo de mayor tránsito y estrechez. Vamos, donde más estorba. En ocasiones he visto algún especímen similar en formato adolescente. En estos casos, en lugar de agarrarse al carrito, suelen estar adheridos a algún aparato tecnológico, tipo iphone o similar. La apatía es evidente en ambos, y las pocas ganas de colaborar dejando paso, más evidentes todavía.

También me suelo encontrar, que mira que tengo mala suerte, con "la coladora profesional". Se te cuela cuándo y donde menos te lo esperas, da igual la cola de la frutería, que la de la caja... está detrás de ti y de pronto... ¡tachán! ¡Aparece delante! Si en algún momento reúnes el valor suficiente como para decirle algo (yo rara vez consigo semejante grado de valentía) te responde tan pancha que no, que ella ya estaba allí... Y tú, en un tremendo acto de fe, vas y te la crees. Eso, o te enzarzas en una batalla campal que tienes perdida de antemano... no olvides que ella es una profesional, y tú, pequeña mindundi, no eres más que una triste y honrada aficionada...

En la cola siempre hay un cestillo o carrito abandonado. Bueno, al menos no hay persona física que lo empuje, pero está ahí, haciéndose fuerte en su sitio de la fila. La dueña aparece en el último momento y se abre paso hasta él, excusándose con que se había dejado una cosa...¡una cosa! ¡y trae media tienda en las manos!

Si además es un súper de barrio, tienes asegurados mínimo diez minutos de charla con alguna vecina casi siempre ociosa y deseosa de gastar su tiempo libre ¿Qué pensará que haces cuando miras compulsivamente el reloj? ¿Rehabilitación de codo?

Necesitaría más tiempo para hablaros de "los rebaños", esos grupos compuestos por una mamá y su ruidosa e inquieta prole, o de los trabajadores del súper (algún día os contaré mis subrealistas experiencias con las trabajadoras del DIA, un saludo para ellas desde aquí) o de "las chachis", que van megamodernas y son capaces de hacer la compra con taconazos y hablando por el móvil...
 
Así que, amigos míos, a vosotros que sí tenéis sentido común y sensatez, os recomiendo la compra online, rápida y sin complicaciones, que la puedes hacer hasta en pijama, mira tú... Yo por mi parte seguiré disfrutando de los súper, que ya sabéis que a mí me va la marcha... y si no...¿de qué me iba a quejar?

1 comentario:

  1. A mi se me pone una mala leche en el super que madreeeeeee, que me da Eh!

    ResponderEliminar

No te cortes, dime lo que piensas...