Me hubiera gustado escribir un larguísimo y ñoñísimo post para celebrar tu primer cumpleaños. Quería recordarte cómo llegaste a la vida una mañana bien tempranito, con los ojos muy abiertos y mucha mucha hambre. Cómo desde el primer día fuiste un niño buenísimo. Cómo has aceptado todos los cambios sin rechistar, adaptándote a todo sin una queja ni una lagrimilla. Quería contarte, con palabras tiernas y bonitas, la pena que sentí al dejarte en la guarde el primer día. También lo mucho que te quiere tu hermanito, lo bien que ha aceptado tu llegada y lo mucho que le gusta jugar contigo y hacerte reir.

Pero ya sabes que a mí los relatos moñas no me salen. Aunque lo intente, o puede que precisamente por intentarlo, no me salen.
Así que te voy a contar, a mi manera, por qué llevo un año enamoradita de ti.
Me tienes loquita porque si fueras un juguete, serías un peluche achuchable, como los que a ti te gusta abrazar para dormir. Porque cuando estás que te caes de sueño y te pones un poco pesadito... nada como plantarte un muñeco sobre la cara cual alien enganchado a ti. Infalible, caes rendido.
Me gustas porque si fueras un animalito, serías una mezcla de mono por lo simpático, de tigre por lo valiente y de koala por lo tierno. Hasta tendrías un poco de largartija por lo que te revuelves cuando te cambiamos.
Si fueras una comida serías una comida casera, de esas hechas con cariño, tiempo y paciencia. De las que no te importa repetir al día siguiente y que, al verla, te dan ganas de mover los brazos y las piernas a lo loco, como haces tú cuando tienes hambre y ves llegar el puré, o incluso ponerte a gritar sonidos imposibles si ves que sirven primero a otro....
Me encanta pensar que, si fueras una estación, serías el otoño. Días tranquilos que pueden tornarse desapacibles en cuestión de segundos... Como cuando a ti te quitan un juguete, algo no te sale como esperas, o tu hermano se interpone en tu camino y dejas libre al geniecillo que llevas dentro y esa fuerza bruta que tu cara de angelito esconde. Que estás hecho un torete... Pero lo mejor de todo es que, al igual que un temporal en otoño, en cuanto acaba, y acaba rápido, la calma lo invade todo...
Si fueras una ropa, serías una bufanda de lana calentita y con olor a suavizante de esas que te reconcilian con el frío y ajustas mucho mucho al cuello para sentirla bien cerquita.
Me gustas porque si fueras un lugar, serías un campo con mucha luz, amplio horizonte y suave brisa, al que siempre apetece ir, sea el día que sea, y aunque tardes horas en llegar.

Estoy enamoradita perdida de ti porque me chifla tu manita diciendo hola, tus conversaciones metralleta "ta-ta-ta-ta-ta" y tu capacidad para volverte imprescindible.
Por todo eso, por cómo has llenado nuestras vidas y por tantísimas cosas, entenderás, como dice la canción... en un solo momento, qué significa... un año de amor.