jueves, 27 de diciembre de 2012

Bye, bye...

Ha sido un año muy intenso. Dos acontecimientos nos han marcado irremediablemente. Uno muy malo muy malo y otro muy bueno muy bueno. Supongo que el Universo siempre acaba encontrando el equilibrio.

En el mes de mayo se fue nuestro perrito del alma Veider, y le echamos tanto de menos que no hay un solo día en que no pensemos en él y le lloremos un poquito. 

Pero a cambio la vida quiso darnos un regalazo enorme, y nuestro canijo mayor superó sus alergias alimentarias proporcionándonos una inmensa alegría y sobre todo muchísima tranquilidad. Aún hoy, siete meses después, sigo mirando las etiquetas en el super y escrudiñándole la cara en busca de algún síntoma, imagino que se me pasará con el tiempo. 

Pero al margen de esos dos hechos tan importantes, el resto no ha sido un mal año.Nos hemos reído a más no poder con las ocurrencias de los canijos, les hemos visto crecer y aprender mil y una cosas nuevas.Uno ha aprendido a andar, el otro ha descubierto las películas! Hemos tenido operación pañal, operación chupete y operación puré. Hemos jugado, bailado y cantado cada día como si no hubiera un mañana. Han llorado, han reído, les hemos felicitado, regañado, divertido y abrazado con el sentimiento de no querer perdernos ni un instante de sus vidas. Hemos sentido lo que es el infierno en vida llevándoles de compras o a la fiesta de Navidad del cole. Pero también hemos sentido la felicidad más absoluta cada mañana, cada tarde y cada noche al ver sus caritas sonrientes. 

Al 2013 le pido que sigan así. Con todas sus cosas buenas y sus cosas regulares. Porque es así como les queremos. Con locura. Cuando se hacen pis de la risa y cuando se tiran al suelo en plena rabieta. Y aunque suene a tópico, para nosotros pido salud, energía y tiempo para verlo y para dejar cada recuerdo guardado a buen recaudo en nuestra memoria como si de un tesoro se tratara. El mejor tesoro del mundo.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Cactus y más desdichas

En nuestra última junta de vecinos, aquella en la que fui felizmente investida presidenta de la comunidad, los presentes tuvieron la genial ocurrencia de decidir poner cactus en el portal tras sufrir un par de intentos de robo de las anteriores plantas.

Se creó entonces una comisión que se encargaría de elegirlos y comprarlos. Al poco me vienen con las fotos de los seleccionados.
¿Imagináis una aguja de hacer punto de esas kilométricas y afiladas? Pues así era la espina más pequeña del más pequeño de los que pensaban comprar.

Tras el telele fulminante que sufrí, intenté hacerles entrar en razón primero apelando al sentido común y posteriormente a la pedazo de querella que nos iba a caer cuando algún crío se ensartara en las púas cual brocheta de pollo a la parrilla. Así que se disuelve la comisión de compra de cactus y me toca buscar alguno menos agresivo a mí solita. Qué gran sabio Felipe González cuando hablaba de la soledad del poder...

Tras buscar y rebuscar por internet encuentro unos cactus la mar de rebonitos y para nada hostiles y se lo comento a uno de los miembros de la extinta comisión. 
- ¿Pero dan miedo? Pregunta mientras a mí se me levanta la ceja hasta más allá de la línea del flequillo. 
- Pues no, cenutrio, me hubiera gustado añadir. Y ahí está la gracia, en que no dará miedo tocar el timbre de la puerta, ni acercarte al buzón a recoger el correo, ni ver a tus hijos corriendo por el portal, que bastante miedo da la vida ya de por sí, bastante miedo dais vosotros, añadiría, aunque lógicamente, y por ser tan mal momento para vender nuestra casa y organizar una mudanza exprés, esos pensamientos los guardo para mí.

Pero mis desdichas no acaban en tener que encontrar unos cactus no letales, ni en convencer a una pandilla de vecinos jugando a equipo actimel contra los pequeños hurtos comunitarios. No. Como soy una presidenta olvidadiza y encima no tengo a una Soraya que me lleve los asuntos, por supuesto desconozco qué días viene el jardinero y me planto el día previo a la entrega de los cactus con las jardineras llenas de las plantas anteriores y por supuesto un montón de tierra que hay que quitar. 

Volcar las jardineras no es una opción ya que son de piedra y eso no hay Hulk que lo mueva. Hacerme la sueca tampoco, puesto que me dijeron expresamente en el vivero que necesitaban los tiestos libres. Suerte que soy una persona con recursos y poca vergüenza, porque allá que me planté en el portal con la palita de playa de mi canijo, el cubito y toda mi santa paciencia. Que la imagen debía ser de foto. Quizás hasta puede que algún vecino me la hiciera de estrangis y ahora esté circulando a la velocidad de la luz por los wassaps del barrio. Igual hasta me piden la dimisión y todo como a la concejala de los Yébenes. 

Aunque desgraciadamente, no me caerá esa breva.





PS. La foto es un cactus de tela hecho por Chiribambola. No dejéis de visitar su web para ver las cosas tan preciosísimas que hace esta chica.




sábado, 15 de diciembre de 2012

Tea Time!

Estos días estamos todos revolucionados con la iniciativa de Madresfera del madresférico invisible. Menudo poder de convocatoria que tienen, nada menos que noventa y pico blogueros, cada uno de su padre y de su madre y de todos los rincones del país, como locos acudiendo a las oficinas de correos a enviar o recibir regalitos.

Yo he tenido la gran suerte de recibir el regalo de uno de los pocos padres blogueros de Madresfera. Es cierto que cada vez son más, pero entre tanta mami, ellos siguen siendo una minoría. El caso es que quien me ha enviado su regalo ha sido "Padre en reducción". Y me ha encantado, la verdad. 


¡¡¡Tes!!! De varias clases, que huelen que te mueres, metidos en una cajita preciosa de barquitos


Y con la explicación de lo que es cada uno.


Estaba deseando que alguien me introdujera en el mundo del té, así que este regalo no ha podido venirme mejor. Ya por la noche, hice mi primera "cata"


Sólo me queda darle de nuevo las gracias a "Padre en Reducción" y animaros a que os paséis por su blog. Yo ya me he hecho muy fan de la "operación pinza" (que también se estila mucho en mi casa) y de las "Abueladas Nuiii".








miércoles, 12 de diciembre de 2012

La escucha activa, ese gran don

Cómo me gusta sentirme escuchada cuando voy a una tienda a comprar.

Ayer entro en una tienda (de abalorios para más señas) y le digo a la dependienta (la cual estaba bastante ociosa, por cierto)
- Hola, he visto en vuestra tienda online que vendéis soportes para camafeos ¿los tenéis aquí también?
- Si, claro, mira, son éstos.
- De acuerdo, pues quería dos, por favor. 
Pago y cuando me está devolviendo el cambio, me dice sonriente:
- Y toma esta tarjetita, que ahora tenemos también tienda online.

Desde que le hablé por primera vez de su tienda online, hasta que me dio la tarjetita de la tienda online no habían pasado ni tres minutos. Tres minutos. Hasta mi abuela tiene mejor memoria a corto plazo, la verdad.