domingo, 27 de mayo de 2012

Cómo están las cabezas...

Este ha sido el fin de semana de las cabezas de chorlito.
No hemos dado pie con bola ni uno, ni otro.

El sábado fue nuestro Gran Día. Primero el padre de las critaturas, al bajar al parque, se deja las llaves dentro de casa y claro, al subir nos toca esperar más de media hora a que nos acerquen otro juego.
Menuda escena los cuatro + perro esperando en la escalera... 

Esa misma tarde, en el fragor de la charla con la familia que viene a vernos, y con todo el jaleo de recoger cubos, palas, bolsos, niños, pelotas y todo el despliegue que montamos cada vez que bajamos al parque, nos olvidamos, atado a un poste, a nuestro perro Roky.
Menos mal que no habíamos andado aún ni diez metros cuando escucho un lamentoso y discreto... woof! y nos damos cuenta del tremendo fallo...

Pero no creáis que queda ahí la cosa. Un par de horas más tarde, de nuevo el padre de las critaturas, que es quien se lleva un merecidísimo primer puesto en esta historia, se deja el movil sobre la mesa de una terraza... 

Y ya de vuelta a casa, en nuestra calle, veo que uno de los coches aparcados tiene la pegatina  que nos dan en mi trabajo para poder aparcar allí. Yo absolutamente emocionada, casi a gritos: ¡¡Mira, mira, trabaja donde yo!! ¿¿Quién será?? ¡¡Qué fuerte, qué fuerte!!...

¿¿Fuerte?? ¿¿Fuerte?? Fuerte la realidad: QUE ERA MI COCHE!!





miércoles, 23 de mayo de 2012

La nueva Obama

Como si ya tuviera pocas actividades, responsabilidades y quehaceres, dentro de unos días me veré obligada a añadir una más a mi lista. Y si se tratara de una nueva función amena o creativa, si me fuera a aportar algo interesante, o al menos me fuera a divertir un poco... pues bueno, pero no, nada más lejos. Es una tarea ingrata  que estoy segura me va a levantar más de un dolor de cabeza:  Me toca ser presidenta de mi comunidad. Buf. Buff. Bufffffffff.

Tengo que reconocer, aunque con cierta vergüenza, que soy de las que nunca baja a las reuniones de vecinos. Unas veces porque no tengo tiempo, otras porque se me olvida y otras, las más, porque francamente, no me apetece.


Treinta personas discutiendo y dándole vueltas a lo mismo una y otra vez, me pueden, la verdad. Ojo que soy coherente y asumo mi actitud pasiva aceptando sin rechistar lo decidido y pagando religiosamente cada cuota, cada derrama, cada gilipollez.
 
Y claro, al no bajar a las reuniones estoy desentrenada y el cargo me va a venir grande, lo sé, lo veo venir. Me va a faltar soltura a la hora de rebatir los argumentos del que siempre se niega a todo, no tendré reflejos para frenar al de las propuestas disparatadas, ¿podré con la que siempre se queja de la limpieza? ¿y si se me rebelan ya el primer día? Bueno, con un poco de suerte me gritan todos al unísono ¡dimisión!... aunque prefiero no hacerme ilusiones...

Sólo cuento a mi favor con que he chupado mucho "La que se avecina" y bueno, digo yo que algo habré aprendido...

En próximos capítulos os contaré cómo ha sido el traspaso de poderes, aunque no podrá ser más subrealista  que el que me acaba de contar una amiga que año tras año ve cómo en su comunidad,  a modo de investidura y coronación, el presidente saliente le pasa al entrante, con toda la solemnidad que el acto requiere, las carpetas de documentos dentro de una mugrienta bolsa del decathlon a la que ya le falta un asa...

Espero que no me pasen a mi una bolsa de esas, porque me tocará asistir a las infumables reuniones y poner buena cara, tendré que aguantar a vecinos coñazos que me den la brasa en el portal, aguantaré llamaditas los domingos temprano por averías, accidentes o descalabros varios, solicitaré presupuestos, discutiré con el del banco, lo que sea, pero una cutrez semejante, venga hombre, que yo antes muerta que poco trendy! Hasta ahí podíamos llegar.


jueves, 10 de mayo de 2012

Algo se muere en el alma...

Tres cosas le volvían loco: las siestas en el sofá, hacer hoyos en el césped y los muñecos que pitan al morderlos.

Hoy escribo el post que esperaba no tener que escribir en muchos, muchos años. Con todo el dolor de mi corazón hoy sé que nuestro perrito Vader, muy a nuestro pesar, no era, como pensábamos, de titanio.

Ayer nos dejó después de una vida no muy larga aunque espero que sí muy felíz.


Todo el mundo piensa que su perro es especial, pero es que Vader realmente lo era. Nos enamoramos de él, de sus ojitos tristes, de su boquita tipo Fuyur, a través de una foto en la que pedía a gritos que le adoptáramos. Fue un amor a primera vista. En la protectora no sabían con certeza cómo había sido su pasado, pero a juzgar por los miedos que traía, alguno de los cuales le duró toda su vida, sin duda debió ser terrible.

Nuestros comienzos con él fueron difíciles, pero muy cómicos a la vez. Y es que este perro era un show. Conmigo cogió pronto confianza convirtiéndose en mi sombra, pero fue la excepción, porque tardaba mucho tiempo en fiarse de cualquiera. El primer día en casa, le dejé con mi marido y un amigo, y al volver, los encuentro muertos de la risa a ellos y a él con la cabeza completamente metida en un hueco del sofá, como un avestruz pero en rechonchito y peludo. Durante semanas vivió debajo de una mesa, y mi marido sólo tenía que levantar una mano para que saliera disparado a esconderse... afortunadamente eso pasó, y pronto nos convertimos en su familia y su refugio.

Memorables han sido sus "buf, buf" hacia cualquiera, porque ni siquiera eran ladridos...  también sus visitas al veterinario, donde se quedaba completamente inmóvil, como si fuera una estatua y ni siquiera pestañeaba hasta que nos íbamos. Imborrables sus momentos de locura que le hacían correr y saltar por los sofás, como si mi casa fuera el hipódromo.



Siempre le venía bien salir de paseo y, a pesar de ser muy pequeño, tenía unas patitas robustas que le hacían aguantar caminatas interminables. En el campo se le ponía la "cara de loco": todo el día con la boca abierta y la lengua hacia un lado, corriendo y disfrutando y, si era menester, hasta persiguiendo gallinas. También le gustaba la arena, en ningún sitio le he visto correr tanto como en la playa de Peñíscola... madre mía, parecía un galgo!

Era un perro muy dulce y cariñoso. Siempre estaba dispuesto a darte un beso de los suyos, qué digo uno, miles... Con otros perros nunca tuvo problemas y se adaptaba a jugar con cualquiera, grande, pequeño, macho, hembra... no hacía distinción.

Yo me quedo con sus momentos de juego con mi otro perro Roky, con los besitos que les daba en los pies a mis niños, y a mí misma siempre que iba descalza, me quedo con esa mirada que te deterría el corazón, me quedo con esa forma tan delicada de coger la comida de tu mano, me quedo con su paciencia cada vez que le hacíamos una foto de coña con un sombrerito ridículo, o incluso con una lata sobre la cabeza, me quedo con el ruidito que hacían sus patitas sobre el parquet. Echaremos muchísimo de menos todas esas cosas, y tantas otras que os podría relatar.

Sus últimos meses han sido muy duros para él y para nosotros. Pero a pesar de haberlas pasado canutas, a pesar de que, por su enfermedad (aunque desgraciadamente lo hemos entendido todo muy tarde) nos ha hecho limpiar y sufrir más de la cuenta, a pesar de todo,  no ha habido ni un solo momento en que dejáramos de quererle, ni una sola vez nos hemos arrepentido de haber hecho aquella llamada a la protectora interesándonos por él. Ni una. Porque él ha sido nuestro PERRITO, el primero, el pequeñín, nuestro fiel amigo Vader.





Hasta siempre amigo. Siempre estarás en nuestro corazón.


viernes, 4 de mayo de 2012

Tragimañanas...

Hay mañanas en que uno se levanta con el pie izquierdo. No encuentras nada, todo se te cae de las manos, tardas el doble en hacer lo de siempre...

Pues bien, ésto no es monopolio de los adultos, también los niños tienen esos aciagos días. Y si no que se lo digan a mi canijo mayor, que ha tenido hoy su mañana de gloria.
La cosa ha empezado tensa porque no se quería levantar... cosas de la pereza. Después hemos agregado el ingrediente secreto: no puedes ir a la cocina con el chupete, se tiene que quedar en la cama, y lo hemos aderezado con: no estoy escondiendo tu elefantito, lo guardo en la maleta porque luego nos vamos de viaje, esta noche me lo agradecerás.

Ya tenemos los  componente básicos para cocinar una mañana trágica.

Para el camino hasta la guarde me pide dos galletas maría, una para cada mano: "eta mano, esta mano..."
Como se va a poner el abrigo, las apoya con mimo en la mesa baja del salón.... piiiiii. Error. Olvida el insignificante detalle de que tenemos un perro-aspirador-quevivemuertodehambre y que, por supuesto, alcanza perfectamente a esa altura. Si, en efecto, ocurre lo que imaginas: superdramón porque el perro se ha comido las galletas.
Lágrimas de medio litro a lo Candy Candy, sollozos, pucheros... vamos, inconsolable.

Consigo calmarle al darle otras dos galletas. 

Esta vez no les quita ojo, las tiene bien vigiladas. Al subirse al patín (acoplado a la silla del canijo pequeño) las guarda a buen recaudo en los pliegues de la capota, donde suele meter los tesoros que se lleva a la calle.
Bajamos al portal y salimos a la calle y en ese momento no es que llueva, es que diluvia!!! Así que, en un gesto rápido y preciso de buenamadre despliego la capota para que el pequeño no se moje. ¿Qué ocurre? Pues en efecto, sus dos galletas salen volando como pequeños frisbys y aterrizan en la tierra mojada del jardín...

El resto para qué os lo voy a contar, seguro que lo imagináis...

Preguntas de viernes: ¿se me anula el punto de buenamadre por ese nimio detalle de malamadre? ¿Es muy grave reirte de las desdichas de tu prole?


jueves, 3 de mayo de 2012

Cuando la vida te sonríe

Algunos de vosotros ya sabéis que desde los cinco meses mi canijo mayor ha sufrido alergia a la leche y al huevo. Pues que no tome leche ni huevo, me diréis y no sin falta de razón. El problema no son tanto la leche o el huevo sino tooooooooodo lo que contiene leche o huevo. No os hacéis una idea. Sólo las personas que sufren una alergia alimentaria o tienen un familiar que la sufre, saben de lo que les hablo.

 Durante estos dos años os puedo asegurar que he invertido horas, horas y más horas en hacer la compra, en pensar comidas, en contactar con fabricantes, en revisar etiquetas... buff, si me canso sólo de escribirlo!

Cada vez que en el super encontraba algo que él pudiera comer.. bueno, es que me faltaban los fuegos artificiales, en más de una ocasión he tenido que frenarme para no abrazar a algún empleado de la emoción...

Y lo peor no son las comidas en casa, que esas más o menos se tienen controladas. Lo peor son las de fuera: la guarde, las celebraciones familiares, la gente que reparte comida en los parques como si los niños fueran palomas...

A lo largo de este tiempo hemos sufrido la incomprensión de algunas personas (no muchas) y el apoyo, cariño y empatía por parte de otras (casi todas). Gente como Silvia, del blog Mi menú sin leche, o las mamás y papás de la Asociación AEPNAA, como Almudena, han hecho que este camino haya sido menos triste y más optimista y, sobre todo, menos solitario. Mi agradecimiento más sincero desde aquí para todos ellos.

Ha sido mucho el miedo, mucho el cuidado y, por qué no decirlo, mucha la esperanza. Y gracias a todo eso y a que el destino lo ha querido así, hoy os puedo contar, con ozgullo y satisfazción que mi canijo ha superado de forma espotánea ambas alergias, y eso, amigos míos, es el mejor regalo que la vida nos ha dado últimamente.

Como anécdota os contaré que el primer día de euforia tras conocer la noticia, mi madre y yo le detallábamos al canijo con total entusiasmo todas las cosas que podría tomar a partir de entonces: galletas, salchichón, quesitos, danoninos, colacao, caramelos...  Y continúa él, angelito, con el mismo tono de emoción: aguaaaa... ¿No es para comérselo?

En fin, que la vida nos ha cambiado en tres semanas, qué queréis que os diga. Sin ir más lejos este fin de semana nos vamos fuera y me parece increíble no tener que llevar comida especial para él...es tal el subidón... Aunque aún no me he quitado la costumbre de mirar el etiquetado de los productos!!

Así que, copiando a Moli del blog Cosas que (me) pasan, del cual soy fan incondicional, hemos declarado en mi familia nuestros propios días San Huevo y Santa Leche, que celebraremos con efusión, alegría y con una inmensa sensación de alivio, año tras año.