martes, 24 de enero de 2012

Ay que ver cómo pasa el tiempo...

Pues si, parece la típica frase de abuela cebolleta, pero es la cruda realidad. Es de esas frases que, cuando eres joven y la escuchas, te prometes a ti misma que no la acabarás diciendo. Igual que crees que nunca dirás "no andes descalzo" y de repente te escuchas repitiéndoselo hasta la saciedad a tu hijo...  con lo que tú has sido de andar descalza...

En fin, que hace nada nació mi canijo número dos y, como por arte de birlibirloque, ya ha empezado en la guardería. Es genial ver lo rápido y bien que crecen y cómo aprenden cosas nuevas, pero por otra parte ¡da tanta cosilla lo rápido que se pasa todo!  Y es que realmente parece que fue ayer cuando nació; ahí, con los calores del verano, y hoy ya estoy de vuelta en el trabajo y con la bufanda puesta... ¡que a Sabina le robaron el mes de abril y a mí me están robando estaciones enteras!

A veces, muchas, casi todas, me encantaría poder congelar el tiempo, detenerlo en una imagen o en una secuencia de algún momento de mis peques. Me da miedo olvidar cómo son ahora así que, a menudo, cuando les miro, cierro los ojos fuerte fuerte intentando grabar a fuego ese recuerdo en mi memoria. Como cuando el mayor me pide agua por la noche y está tan dormido que casi no es capaz de sujetar el vaso, o todo lo contrario, está demasiado despierto y sólo la pide por aprovechar a estar un ratito más conmigo...O la imagen del pequeñín en la cuna chupándose esos pies que acaba de descubrir...O dormidito, con su cara de galleta maría redondita y mofletuda.


Estaría bien tener un disco duro en el cerebro, con su Windows Media Player incluído, que grabara y reprodujera en cada momento lo que nosotros eligiéramos... Y aunque, como soy un poco desastre y ya sabemos que en casa del herrero cuchillo de palo,  siempre tendría algo desinstalado o me fallaría la wifi, el simple hecho de saber que todos los recuerdos están ahí para poderlos recuperar y revivir una y otra vez,  quizás haría que doliera un poco menos ver cómo pasa el tiempo, porque pasa, amigos, con abuelas cebolleta o sin ellas, pasa. Y qué deprisa. Y cómo duele.