jueves, 29 de septiembre de 2011

Qué tiempos aquellos...

Aún recuerdo, aunque vagamente, cuando hablaba todo el día con adultos de temas serios y utilizando frases largas y elaboradas. Oye, que parece mentira pero me entendían todo lo que les decía, hasta cuando usaba el subjuntivo o palabras de más de dos sílabas...Era estupendo.
Además, aunque sé que tendemos a idealizar el pasado, creo recordar que no tenía que regañarles todo el tiempo, ni repetirles una y otra vez  "te vas a caer" poniendo los ojos en blanco para dar más énfasis...
Yo simplemente hablaba y me respondían, y encima sin subir el tono de voz!!!!

Ahora la mayor parte del tiempo tengo que utilizar enunciados simples simples: sujeto y predicado; Y punto. Y casi siempre por mi propio bien ya que, sabiendo que tendré que repetir la frase cienes y cienes de veces... ¡¡más me vale que sea corta!! Por no hablar del tonito bobalicón que en ocasiones me toca utilizar...o del modo bocina... Que pienso en mis profesores de carrera e imagino la cara que pondrían si me oyeran...

Lo de los temas sobre los que ahora hablo es como para dedicarle un blog entero. Que yo antes debatía sobre la crisis o pensaba en el próximo libro que me leería, y ahora le pregunto a mi canijo cómo hace el cerdito a la vez que le regaño por quitarse un zapato. Es lo más sesudo que me permite.

Y es que a excepción de la familia, los únicos adultos con los que hablo ultimamente se encuentran en mi misma situación, y eso se nota. Que al final a todos nos pasa lo mismo, y si no, sólo tienes que pronunciar la palabra "mocos" en el parque y comprobarás el resultado: conversación garantizada para rato. No falla. O pregunta qué tenía don Melitón... o mejor aún... pregunta quién vive en la piña debajo del mar... Eso sí, como menciones la situación de Libia verás la cara de vaca mirando al tren que se nos pone a todos....

Me imagino que es un tipo de enajenación mental transitoria que superaremos cuando nuestros canijos alcancen el metro de altura. Y si no, pues tendremos que acostumbrarnos a entrar en la oficina diciendo "cucú" o a convertir en best-seller el último libro de Teo... Que por otra parte... ¿Y lo bien que se vive  contando elefantes balanceándose en una tela de araña?

sábado, 10 de septiembre de 2011

Un día de mierda

Con perdón, por supuesto, pero es que no podría titularlo de otra manera.
Sábado a mediodía, el canijo mayor ha tenido piscina por la mañana por lo que está totalmente agotado, ha comido y le hemos metido en su cuna para que se eche una merecida siesta.
Nosotros a la vez aprovechamos para comer, que la vida con hijos es así, tienes que utilizar los pocos ratos libres que te dejan para satisfacer necesidades básicas; y si toca comer a la una, pues a la una, y si toca a las cinco, pues a las cinco... pero a lo que iba, que me desvío... nosotros recién comidos con la modorra típica de un sábado por la tarde y ya con más de medio cerebro tumbado en el sofá. El papi que va al baño y de camino nota un ligero tufillo que sale del cuarto del niño... a medida que se acerca el olorcillo se va convirtiendo en olorazo y una vez dentro de la habitación resulta, definitivamente, pestazo.
Yo desde la cocina escucho un grito despavorido, casi como de terror que me hiela la sangre... me acerco corriendo al cuarto y ¡¡oh dios mío!! mis ojos no dan crédito... está todo lleno de... mierda!!!
Y que siento mucho ser tan soez, pero es que llamarlo "caquita", o "heces", o "popó" me resulta absolutamente imposible recordando como recuerdo lo que he tenido que ver esta tarde...
Tenemos la suerte de que nuestro canijo come muy bien, pero que muy muy bien. Es más, come divinamente frutas y verduras, y su santa madre, osease, yo misma, le aporta unos fantásticos cereales con bífidus que hacen que tenga un sistema digestivo perfecto para anunciar yogures activia...
Así que, entre lo bien que le funciona el instestino al mocoso, y que seguramente se pegó unos cuantos saltos en la cuna antes de dormir... aquello desbordó de tal manera que todo, (y cuando digo todo quiero decir todo) estaba hasta arriba de.... bueno, ya sabéis, para qué repetirlo más. Vamos, que sólo nos ha faltado pintar de nuevo las paredes, con eso os lo digo todo.
Las sábanas, la chichonera, los muñecos (el más perjudicado su elefante Lumpy, por si alguien tenía la curiosidad) , hasta los barrotes de la cuna... y por supuesto, él mismo. Que hasta los pelos, oiga, que por todas partes se había rebozado cual calamar a la romana.
Papi decide meterlo en la bañera, porque eso no tenía otro arreglo, varios aclarados hacen falta, que lo sepáis. Mami con todo a la lavadora y estropajo en ristre para fregar la cuna... Casi una hora para arreglar el temita, y, por supuesto, para darle mucha más emoción, el canijo pequeño llorando a grito pelao.. que si no todo resulta demasiado fácil...

Concecuencias: un canijo más limpio que un pincel durmiendo plácidamente en una habitación que ni Mister Proper la supera, una lavadora imprevista en marcha... y dos padres desvelados ya para toda la tarde!!! Si por algo lo he titulado un día de mierda...


miércoles, 7 de septiembre de 2011

Ya somos uno más

Ya ha pasado más de un mes desde el nacimiento de mi canijo número 2. Más de un mes ya, ¡madre mía, cómo pasa el tiempo! Parece que fue anoche mismo cuando tuvimos que irnos al hospital con nocturnidad y alevosía... porque mis niños son así, deciden nacer a lo largo de la noche y darnos el gusto de ver amanecer desde el ventanal de un paritorio...
Todo fue muy bien, con comienzo cómico incluido gracias a la administrativa que nos tomó los datos nada más llegar. ¡Menudo personaje! Entre la bata en la que no cabían más lamparones, el montoncito de cáscaras de pipas chupeteadas y la forma de hablar... yo no sabía si darle mi nombre o mejor buscar la cámara oculta y saludar con cara de sorpresa...

Una vez en casa, con un peque de año y medio y otro recién nacido, empiezas a desarrollar un montón de poderes y sentidos desconocidos hasta entonces. Por una parte descubres que tienes el que vengo a llamar sentido octopus: notas cómo te crecen brazos y manos para alcanzar a todo, para llevar en brazos un niño y sujetar a otro a punto de abrirse la cabeza con el suelo... O para sujetar un chupete (que digo yo que por qué no los harán con una gomita como si fueran una máscara de carnaval...) a la vez que dibujas un sol y un cerdito...

Otro de los sentidos que te aparecen es el sentido arácnido. Y no es que huelas el peligro como Spiderman (que un poco también) es que tus ojos se multiplican como los de una araña hasta conseguir visión lateral,  panorámica e incluso poder mirar con cada uno para un lado distinto, como el Dioni, pero con un poco más de glamour... El sentido arácnido también implica la posibilidad de que te crezcan más patas, para poder recorrer los cien metros lisos en centésimas de segundo para coger un teléfono impertinente justo cuando acabas de dormir al pequeño, o sacarle de la boca una moneda al mayor si has visto desde la distancia cómo la encontraba apetecible.
Y eso cuando no tienes que usar manos y pies al mismo tiempo, que con una mano hablas por el movil, con la otra miras el correo electrónico y con un pie meces la hamaquita... ¡que pareces el hombre orquesta!
Pero sí, la Madre Naturaleza es sabia y sabe dotarte de lo que necesitas en cada momento.

Otra de las cosas que hemos notado es que los días ya no tienen 24 horas. No, ya no, eso era antes, ahora tienen muchas menos y por eso no da tiempo a nada y la lista de cosas pendientes empieza a adquirir un tamaño inexplicable... Siempre dejas algo para el día siguiente, o para el otro, o para otra semana, hasta que admites que seguro que se queda sin hacer. Eso sí, cuando aceptas esta gran verdad sientes una enorme liberación...

Te da la impresión de que en todo momento estás cambiando un pañal, o alimentando a alguien, o limpiando un pegotito, y cuando no estás en esas faenas resulta que estás comprando pañales, pensando en las cenas o con el Ariel en mano cual potente arma frente a la lavadora...

Pero lo cierto es que a pesar de dormir a ratitos una mísera cantidad de horas, de no tener tiempo ni para una ducha rápida, de limpiar, lavar y ordenar más que nunca, a pesar de estar todo el día pendiente de dos mocosos que reclaman cada vez más atención, de baños, paseos y lloros, a pesar de que haya momentos en que olvides que eres algo más que "madre", ver a los dos canijos cómo crecen e intentar que lo hagan con salud y felicidad, eso es, amigos míos, sin duda ninguna, lo mejor que te puede pasar en esta vida.